Noticia de hoy mismo en “El País”: Los productores acusan a Marruecos del hundimiento del precio del tomate.
Por resumir, el tomate marroquí, más competitivo que el nacional ha tirado los precios. A los productores se les está pagando el kilo de producto a 0,36 €. No hace falta deciros a cuanto lo pagamos los consumidores en las tiendas. El trasfondo tiene mucho calado. Detrás de esta situación está la lucha enconada entre productores y distribuidores por controlar la cadena alimentaria. Solamente cinco grandes grupos de distribución, según datos de Agricultura, concentran más del 40% de las ventas minoristas de los productos alimentarios, que ascienden a 67.500 millones de euros para consumo en los hogares.
Más de 300.000 agricultores y ganaderos, en peligro de
extinción. Actualmente existe una situación de desequilibrio donde miles de
proveedores se las tienen que ver con pocas centrales de compras. La gran
distribución: los hipermercados y grandes superficies mantienen una posición de
dominio, con poder de negociación casi absoluto.
Un análisis sobre la cadena agroalimentaria en España,
dirigido por el profesor del IESE Juan José Toribio, ha llegado a la conclusión
de que, de media, el 45,8% del precio de lo que pagan los clientes finales por
los alimentos va directamente a los productores, el 20,6% a los
transformadores, el 11,2% a los distribuidores logísticos y, finalmente, el
22,4% acaba en manos de la distribución minorista.
La
Comisión Nacional de la Competencia en 2011,
ante el clamor de la industria y del sector agrario, proclamó la necesidad de
reequilibrar la situación.
Es un claro ejemplo de que no siempre la desregulación de
los mercados lleva a una mayor competencia entre las empresas. Cuando el pez
gordo se come al chico, sólo se beneficia el primero. Y las Administraciones
miran para otro lado por miedo a ser tildadas de intervencionistas. No se
lleva.
Las cadenas de distribución aplican mayores márgenes a las
marcas de fabricante (MDF) que a sus marcas propias (entre 2 y 18 veces
superior) con el fin de incitar al consumidor final a comprar la marca del
distribuidor (MDD). Según un estudio realizado por The Brattle Group.
También se producen puntuales casos de “Dumping”
(establecer un precio inferior para los productos a sus propios costes de
producción durante un tiempo para eliminar a la competencia). Esto puede ser
beneficioso para el consumidor durante un periodo limitado de tiempo, pero a la
larga reduce la diversidad de oferta y con ello la competencia.
Y en medio de toda esta guerra. ¿Cómo queda el consumidor?
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