domingo, 25 de noviembre de 2012

¿Austeridad, para quién?


Insisten e insisten con la palabreja. Lo sostienen y repiten aquellos mismos que nos incitan a consumir para que la economía no se derrumbe. La propia Merkel auguraba recientemente 5 años más de austeridad en Europa. Eso nos lleva al horizonte del 2017. ¿Aguantarán las familias?.

Cómo estamos en el euro y la máquina de hacer billetes está en Bruselas y precintada, no es posible una devaluación de moneda, y por lo tanto, dicen,  hay que devaluar sueldos para ganar competitividad.

Según se publica hoy en “El País”, la devaluación salarial en España se cifra en un 20% en el sector público. Algo menos en el sector privado, si bien en éste, el ajuste vía despidos ha sido superior. Y para nada, porque aunque se ha aumentado la productividad porque trabaja menos gente, y los que trabajan lo hacen más tiempo y cobran menos, en contra de lo que se afirmaba, no se ha traducido en un incremento de la competitividad, porque no ha ido acompañada de la contención de los márgenes empresariales y del ajuste de los precios regulados (energía, combustible, tasas, transporte público...

La combinación de reducción de salarios y destrucción de empleo incrementa los riesgos que implica por sí misma toda devaluación salarial: la caída excesiva del consumo interno y mayor dificultad de los afectados para hacer frente a las deudas contraídas. Si además de las caídas de ingresos, los impuestos suben y el IPC sigue creciendo al mismo ritmo que en época expansiva, el resultado es un empobrecimiento brutal. Eso sí, solamente de unas capas sociales. Hace 20 años, la diferencia salariales entre directivos y asalariados era de 10-20 veces superior y ahora es hasta 100-200 veces superior.

Sabemos que poco les importa mientras aguante la macroeconomía. Mientras haya un porcentaje de la población que viva holgada y mantenga el consumo en unos niveles mínimos de pervivencia macroeconómica, obviarán que otros se quedan por el camino.

Llevo tiempo convencido de que lo único que puede hacerles cambiar de opinión a los que mandan es que bajen de forma significativa las exportaciones de bienes alemanes y del norte de Europa. Por eso hace tiempo que miro las etiquetas y no compro nada procedente de esos países. No pretendo organizar un boicot, cada uno que haga lo que crea conveniente. Practico un consumismo militante, desde la individualidad, y no comulgo con aquellos dicen que a pesar de habernos reducido los sueldos por vía directa y el poder adquisitivo vía impuestos aún debemos gastarnos lo poco que nos queda porque es nuestro deber patrio contribuir a que esta o aquella empresa no eche el cierre.

¿Quieren austeridad?. Seamos austeros. En todo. Veremos como se desarrolla la próxima campaña navideña. Auguro una reacción furibunda por parte de los comerciantes. No se les escuchará. En cambio correrán cuando las grandes superficies alcen la voz.

Mientras tanto, bastante tienen muchos con llegar a fin de mes. Nos han contado la mentira de que “Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”. Me pregunto ¿Quiénes?. ¿Se puede mantener esto y al mismo tiempo lo contrario, que sigamos consumiendo?.

No soy un experto en economía, pero sé que el capitalismo se basa en dos principios fundamentales:
  1. Que el dinero circule: es decir, que el que ingresa gaste, para que el dinero vuelva al circuito y fluya.
  2. Que exista crédito: Para posibilitar la inversión, y que el dinero produzca riqueza.
Y ahora nos dicen que hemos gastado demasiado y que hemos abusado del crédito. Pero al mismo tiempo que debemos seguir gastando, cobrar menos, pero que ya nadie nos dará crédito. Porque hemos sido malos, hemos gastado lo que no teníamos, y hemos pedido préstamos que no podemos pagar. ¿Y quién y porqué nos prestaban?. Donde hay un prestatario a la fuerza debe haber un prestamista. Pero ahí parece que no hay responsabilidad. Gran mentira.

Y flexibilizan los horarios de apertura de los comercios para que gastemos más. Lo que necesitan los consumidores no es más tiempo para comprar, sino más dinero para gastar. Sin dinero, ya podemos tener todo el día que no entraremos en una tienda. De hecho hay ya 5.800.000 personas en este país que disponen de las 24 horas del día para comprar, pero dudo que su consumo vaya más allá de los productos y servicios básicos para la supervivencia.

En España, salir era sinónimo de caminar y pararse a tomar algo. Era parte de la identidad nacional, alternar, relacionarse, compartir. Hasta con eso están acabando. Ya no me tomo la cerveza de rigor. Sólo gasto suela de zapato, y cuando llegue el momento cambiaré las tapas. No sé qué les parecerá al de la cervecería, ni al dueño de la zapatería, en cambio a mi zapatero remendón le saldrá una sonrisa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario